viernes, 24 de abril de 2009

UNA PALABRA LO ES TODO

Lo sabía y aún así no hizo nada por evitarlo. Pensó que ya estaba acostumbrada al fracaso, entonces también pensó que nada perdía por intentarlo. Quizás no estuviese tomando la decisión adecuada, quizás, pero eso no lo sabría con certeza, hasta que se encontrase en la situación, en el punto donde ya no había vuelta atrás.
No era valiente, pero deseaba tanto verle, aunque fuese de lejos, ni siquiera hacía falta que él la mirase, no pedía una conversación, sólo verle en la distancia.
Esa mañana, se levantó con una energía inmensa, ensayó una y otra vez como sería todo. Quería hacerlo, deseaba hacerlo.
Se dió cuenta de cuanto lo echaba de menos, cuanto extrañaba sus besos y su sonrisa, extrañaba no poder abrazarle. Necesitaba sentir esa tranquilidad que le transmitía su mirada. Anhelaba el inmenso azul de sus ojos.
Ahora, ya estaba todo decidido, quería verlo y allí estaba él. Ella se quedó inmóvil durante un buen rato, no sabía que hacer, se sentía tan estúpida en ese momento que deseó con todas sus fuerzas que la tierra la tragase, pero no fue así. No podía dejar de mirarlo. Allí estaba él, igual que siempre, como si el tiempo se hubiese parado en la última cita.
Había llegado hasta allí... ¿qué pensaba hacer ahora? Nada, se repetía a sí misma, no haré nada, pero inconscientemente estaba caminando hacia él, ahora estaba tan cerca que podía sentir su olor, podía recordar a que sabían sus besos y abrazos, ahora, ya estaba allí, parada frente a él. Se quedó en silencio por un instante, pero de repente, empezó a hablar y hablar,...
Que irónica es la vida, se había prometido a si misma olvidarle, sin embargo, bastó una simple palabra de él para que todo volviese a empezar.

No hay comentarios: