miércoles, 2 de julio de 2008

Atardeceres

Me detengo a mirar los atardeceres cada día,
pues me recuerdan que ya no estás aquí.
En silencio busco en cada estrella la luz
de tu mirada que ya no vigila mi camino y,
sin querer y en sigilo recorre mi cuerpo un escalofrío.
No siento nada, sólo vacío.
Vuelvo tras mis pasos, me pierdo, ya no están tus huellas,
las busco, no las encuentro, me paro, miro a mi alrededor,
ya nada es lo mismo, sólo queda vacío.
Lloro, pero las lágrimas no me salen,

entonces suspiro, ya nada tiene remedio,
la felicidad es sólo un vago recuerdo
inalcanzable incluso en mis sueños,
todo es caduco en esta vida...
¡No! ¡No te marchites!, grito a esa rosa con desespero.
¿No ves que con cada hoja que se cae,
una esperanza mía se pierde?

S. F. M.





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